El Maravilloso
Se ha seleccionado cuidadosamente un nombre que tenga un significado inspirador para los alumnos de la escuela. Dicho nombre se desprende de una historia de la vida real. Badi significa «el Maravilloso» en idioma persa y la historia nos remonta a un joven que llevó como título este nombre para entregar un bello mensaje.
Su historia
Hacen más de 150 años en la ciudad de Nayshábúr al Este de Persia había un vendedor de turquesas cuyo nombre era Hájí Abdu’l-Majíd. Este tenía un hijo muy inteligente llamado Buzurq a quien amaba entrañablemente. Buzurq tenía un corazón puro y sincero quien al saber que su Maestro, Bahá’u’lláh (Fundador de la Fe Bahá’í), se encontraba en la Más Grande Prisión de Akká en Turquía caminó desde su ciudad natal para poderle ver. Su Maestro había sido enviado a prisión debido a sus enseñanzas sobre la unidad del género humano, la necesidad de paz en la humanidad, la armonía de la ciencia y la religión, la abolición de todo tipo de prejuicio, por nombrar algunos de sus principios.
Buzurq cruzó el desierto, montañas y valles, pasó de lugares cálidos a lugares muy fríos, caminó por meses hasta llegar a la prisión. Su Maestro Bahá’u’lláh supo del amor de Buzurq y pidió a sus amigos le den la más cariñosa bienvenida. Al verle su maestro a Buzurq, le puso el título de Badí, que significa «El Maravilloso». Para ese tiempo Baháu’lláh, escribió una carta extensa al rey de Persia.
Se necesitaba una persona inteligente y llena de valentía para poder entregar en mano propia esta carta al rey. La tarea fue difícil y peligrosa ya que por proclamar su maestro principios de alta moral hacían peligrar la vida de cualquiera que apunte la corrupción del rey y su prole decadente. De esta misión se encargó Badí, quien prometió a su maestro entregar al rey este mensaje. En completa obediencia a su maestro, Badí caminó desde Akká hacia la ciudad de Terán, capital de Persia, por cuatro meses y medio. Al llegar a Terán, Badí supo que el rey se había ido de cacería, pero él lo siguió. En una de las paradas que el rey hizo Badí trató de acercarse pero los soldados no se lo permitieron.
Durante tres días y noches Badí se sentó sin moverse, hasta que finalmente el rey ordenó a sus soldados que trajeran a ese joven. Badí besó la carta de su maestro y se la presentó al rey de Persia, Násiri’d-Din Sháh. Badí habló con coraje y dignidad sobre la injusticia que se hacía con su maestro prisionero en Akká y sobre las ventajas que el mundo tendría de aceptar los principios universales que su maestro proclamaba. Todos quedaron sorprendidos de su elocuencia y valor, pero el rey pensó que Badí era parte de un complot para destronarle.
Luego ordenó encerrarle en prisión con cadenas y grillos en sus brazos y piernas y en ese estado los soldados le torturaron. Ellos pusieron ladrillos candentes sobre su pecho para que Badí hablara sobre la imaginada subversión contra el rey, pero la realidad era diferente, sólo su maestro quería hacer reflexionar al rey sobre su carácter corrupto y frívolo y no buscaba ninguna subversión, por lo tanto Badí no tenía nada que contar. Los soldados del rey le torturaron más y más hasta que su cuerpo quedó casi despedazado y así murió en prisión, símbolo de valentía, obediencia, desprendimiento, amor y fidelidad a su maestro.
Un Mensaje
«Oh Dios, lo que me haz concedido mediante Tu bondad, no me lo retires mediante Tu justicia; más bien condédeme fuerzas para preservarlo»
Badí